martes, 15 de marzo de 2011

¿Para qué sirve?

Hay una canción de El último de la Fila titulada "Para qué sirve una hormiga" y, supongo que se trata de una pregunta retórica. Hay un estribillo de "El Último de la Clase" – y, por desgracia, de todo el que no sea el Primero-  que es ¿Para qué sirve X?

 X = sintaxis, historia de la literatura, comentario de texto, lecturas, morfología, semántica…

Yo siempre tengo argumentos para vender mi producto:

"Sintaxis, pues para aprender idiomas con declinaciones, por ejemplo, alemán" Y resulta que ninguno tiene interés en ello.

"Sirve para pensar, para ordenar el pensamiento lógico" Y esto, para ellos, no significa nada. Pensar no es rentable, no les da dinero para comprarse otra Play o herramients para ligar con "El Juli" o "La Desi". El pensamiento lógico, directamente, no saben lo que es. Y no hablo por hablar, lo ilustraré con un ejemplo:

Yo: Todos os quedáis castigados a 7ª hora mañana.

Alumno A: ¿Yo también profe?

Alumno B: ¿Y yo?

Yo: Todos.

Alumno C: ¿Entonces yo también me tengo que quedar?

Alumno D levanta la mano y Profesora D (desquiciada), pone los brazos en jarras y, como si estuviera implorando clemencia, clama:

-¡¡¡¡¡¡TODOOOOSSS!!!!!-

Y entonces, el alumno A, con su cabello mecido por el viento de la ira de los justos, espeta:

-          ¿Mañana?

Imaginaos entonces lo sencillo que resulta hacerles comprender la utilidad de la lógica.

Mucho peor es cuando tenemos que justificar la lectura: Leer sirve para disfrutar (y se ríen en tu cara), sirve para evadirse ¡Venga ya!, teniendo una XBOX donde matar zombies ¿crees que puedo olvidar mi vida ante un puñado de letras en un papel? Sirve para aprender ¿y para qué sirve aprender? Y, siempre es la misma canción. Es el Día de la Marmota del profe común, sobre todo si es de letras.

Cantaban Golpes Bajos en los 80 que corrían malos tiempos para la lírica. Aun así, muchos de nosotros crecimos amando los libros. Dos generaciones después, el desprecio por las asignaturas que no pertenecen al ámbito científico, ha  ido in crescendo hasta convertirlas en las mendigas de la enseñanza. No sólo los tiempos modernos en que vivimos se han encargado de esto, sino también nuestros compañeros, nuestros políticos, nuestros publicistas, nuestros periodistas...

¿Recordáis aquel anuncio del chico envolviendo un bocata con el título de filología? ¿No tenemos todos ganas de dar clase a los grupos de ciencias porque se supone que son "los buenos"?¿No vemos como la propia Academia de la Lengua ningunea sus normas y las elimina en pro de la simplicidad y de justificar el error común?

Primero mataron (valga la redundancia) a las lenguas muertas –como los niños matan muertos en el Resident Evil- y después han puesto una pistola en la sien a las vivas. A nadie le importa que el español se convierta en "spanglish", es más, el bilingüismo implantado, es decir, no natural, está de moda; ¿y la ortografía? ¿Para qué sirve?

Si empezamos así, siempre llego a la misma conclusión que se resume en la poca importancia del ser. Al final, sólo me queda responderles a mis alumnos: "Pues para aprobar" "Y aprobar para trabajar" "Y trabajar, para ganar dinero" "Y tener dinero, para vivir" y, cuando llegamos a este punto, no sé qué responderles. Quizá debiera llamar a algún colega de la también denostada filosofía. Y es que vivir está muy bien, pero lo que es servir, no sirve para nada ¿Es por eso menos importante?¿Es por eso digno de desprecio y de olvido? Puede que las cosas no sólo sean valiosas por su utilidad, sino por el enriquecimiento que nos pueden ofrecer desde un punto de vista espiritual o desde su goce estético ¿o es que acaso no hace daño ver "burro" escrito con "v" o escuchar a alguien que hable  redomadamente mal?

De pequeña quería ser profesora y ponía a mis muñecos a mi alrededor y les "daba la chapa" con mis clases. Había varios que sacaban más provecho que algunos de mis alumnos, seguro.

Hoy nadie quiere ser como nosotros. En un mundo donde ellas quieren ser "La Esteban" y ellos Cristiano Ronaldo, poco lugar hay para el pobre y venerable maestro de antaño. Ellos mismos no se quieren aguantar y son conocedores del martirio que supone ser un híbrido entre el profe del Club de los Poetas Muertos y un guardián entre el centeno "¿Profe, qué es el centeno?¿Para qué sirve?"

¿Para qué servimos? Ser o no ser, he aquí el eterno dilema. En cualquier caso, "NO SER" no es una opción. Es lo que toca mañana. Por tanto, hay que ser y pensar que si conseguimos hacer que un alumno se emocione con un poema, que recuerde quién es Afrodita, que sepa distinguir un sujeto de un predicado, que ponga "califragilístico espialidoso"bien y con su tilde, y, sobre todo, que sea capaz de pensar por pensar y de enriquecer su mente por el mero gusto de adquirir conocimiento (del ámbito cultural que sea), entonces, aunque todo el mundo nos grite que no, hemos de saber que servimos para algo.

Begoña R.J.


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