Me sucede muchos días -no a mí, claro, sino a mis alumnos-: Profe, ¿y eso para qué sirve? Vivimos en la sociedad de la utilidad, del materialismo. Toda pregunta debe tener una respuesta, nada debe dejarse al socaire de la improvisación. ¿Y qué pasa con lo intangible? Entonces, ¿para qué sirve la literatura?
A mí me gusta escribir, les digo; hasta saben que he publicado un par de novelas -muchos sienten la curiosidad del título, los menos; los más me miran como un bicho raro-. Pero Profe, jopetas, no te salgas por la tangente. Una cosa es que tú tengas esas aficiones tan raras y otra que perdamos el tiempo delante de un libro.
Ya no me ofendo, lo reconozco; en los tiempos que corren, hay que usar la imaginación. Nunca fue una buena época para la literatura, por mucho que nos cubramos de nostalgia irremediable. ¿Cuántos ejemplares vendía Lorca de su 'Romancero gitano'? Varios centenares, sin más.
Vuelvo a la carga: a ver, si me preguntas para qué sirve eso de leer, te diré que para nada. Los miro fijamente, les confieso 'mi' verdad (y, de paso, les hablo algo de Machado): soy lo que soy -un hombre solo, sin estridencias- gracias a los libros. No podría entender mi vida sin ellos. No hablo ya de literatura, sino de mí.
¿Por qué hacerlo? si nuestra materia es importante, si nuestros intereses los consideramos relevantes, debemos salir al aula con el pecho descubierto, sin imposturas. Aún recuerdo -añado ante los atónitos chicos- cuando en mi casa no había ni un solo libro. Fue un profesor de Literatura, Pedro, quien sembró la semilla... Yo, si no hubiera sido por él, me habría convertido en un chico más -no es que ahora sea diferente ni me crea más importante-, sin haber percibido cómo un libro, una película puede cambiarte la vida. Como Pedro hizo conmigo, yo me prometí transmitir ese maravilloso virus a mis alumnos -los que se dejen, claro-. Es la particular cadena de favores que intento cumplir. Lo recuerdo en momentos bajos: cada uno somos una pieza del engranaje, es inevitable dejarse llevar por el desaliento.
Y en eso estamos...
Ismael Alonso Álvarez
Ismael Alonso Álvarez
La literatura sirve para construir tu propia visión del mundo, para vivir experiencias significativas que te ayuden a desarrollar tu propio criterio ante las circunstancias de la vida. Sirve para crecer, madurar, formarte, formar tu opinión y tu carácter, para poner en perspectiva males que devienen pequeñeces o para generar reflejos mentales que construyan reacciones rápidas ante situaciones que son ahora reconocidas en lugar de descubiertas.
ResponderEliminarSirve para aprender.
Sirve para transformar a sus lectores.
Sirve porque nos ayuda a vivir, a tomar conciencia de nosotros mismos, porque nos ayuda a pensar y a pensarnos.
Sirve porque permite que nos construyamos una identidad en un contexto, en un mundo que va cobrando significado conforme leemos.
Sirve porque nos ayuda a marcarnos un camino por el que nadar, nosotros, en lugar de tratar de permanecer a flote confundidos con las olas.
Tampoco yo sería yo sin mis libros, ni desearía vivir en un mundo sin literatura. A mí me sirve de mucho, ¿y a vosotros?
Amparo T.
Suscribo todo lo que dices, Amparo. Gracias por tus palabras, realmente bellas. Un saludo. Ismael
EliminarPrecioso tu artículo, Ismael. No esperaba menos. Somos lo que somos gracias a los libros, eso sin duda :-) Hay que transmitir ese entusiasmo. Con que algunos cojan el virus, tenemos que darnos por satisfechos. Saludos
ResponderEliminarSí, sin duda cada día tengo más clara mi labor: 'inocular' el virus de las palabras, formar lectores que se cuestionen absolutamente todo. El poder denosta la literatura porque es un arma peligrosa.
EliminarGracias por tus palabras, Begoña. Un saludo. Ismael